martes, 6 de marzo de 2018

¿Qué entiendes por Gobierno Abierto?

Una de las herramientas más poderosas que tenemos para comprender la realidad que nos rodea es el establecimiento de metáforas, de modelos que nos permiten meter, aunque sea con calzador, el objeto de conocimiento dentro de nuestros propios esquemas. A mí me gustan particularmente las metáforas basadas en la Teoría General de Sistemas, así que voy a tratar de  ajustar mis ideas sobre el gobierno abierto a ese paradigma.

Las sociedades humanas son sistemas abiertos y vivos, que se van configurando y modificando en el tiempo como resultado de las interacciones que se establecen entre sus medios y con el entorno que las rodea.

Como dirían los expertos en Dinámica de Sistemas, nuestras sociedades se caracterizan por ser sistemas propositivos y cibernéticos. Propositivos, porque se orientan a conseguir un fin: el bienestar de sus componentes. Cibernéticos porque su funcionamiento se ajusta continuamente, respondiendo a los cambios que ocurren en su seno mediante sistemas de retroalimentación, que reciben la información del funcionamiento del sistema y la utilizan para modificar el funcionamiento del propio sistema hasta conseguir que éste se acerque a sus objetivos. 

By Acadac [Public domain, GFDL (http://www.gnu.org/copyleft/fdl.html) or CC-BY-SA-3.0 (http://creativecommons.org/licenses/by-sa/3.0/)], via Wikimedia Commons
¿Y qué sería un gobierno, según esta metáfora? Pues ni más ni menos que un subsistema de la sociedad, su "regulador cibernético" el elemento que conoce los objetivos de la sociedad, recibe la información acerca de los resultados de su funcionamiento y establece las medidas necesarias para modificar su rumbo, en caso necesario, hasta volver a acercarse a esos objetivos perseguidos.

Y así también es fácil entender en qué consiste un gobierno abierto. Si un sistema abierto es el que intercambia información, energía y materia con su entorno, el gobierno abierto es que que incluye como elementos activos, participantes en su función, a personas externas a ese subsistema, es decir, a ciudadanos "de a pie", no solo para recabar de ellos la información y controlar sus resultados como regulador (lo que es una exigencia de cualquier sistema mínimamente democrático), sino también para llevar a cabo cada uno de sus procedimientos.

Es decir, en un gobierno abierto los ciudadanos no solo votamos una vez cada cuatro años, sino que también intervenimos, día a día, fijando los objetivos y las prioridades de cumplimento, controlando la actividad de los reguladores (o controladores, o gestores) y participando en la implementación de las medidas de gobernanza.

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