miércoles, 2 de mayo de 2018

Una entrada en mi diario de aprendizaje sobre diarios de aprendizaje

3dman_eu CC0 Creative Commons
La verdad es que yo no había oído hablar de los diarios de aprendizaje hasta que empecé a hacer los MOOC de Educalab, así que poco tengo que decir de mi experiencia previa. Pero por aquello de parecer un chico estudioso y todas esas cosas me he puesto a rebuscar en la bibliografía, para ir haciéndome una idea y re-contarlo en el diario, de modo que me pongo a ello.

Como lo más cómodo siempre es buscar la bibliografía en tu propio idioma, lo primero que he localizado han sido las referencias del propio Educalab: la separata del curso de "Aprendizaje basado en proyectos" de Fernando Trujillo [6] dedicada a "Diario de aprendizaje, rúbricas y portafolios" y la entrada de blog de Paco Montero [3] titulada "Los diarios de aprendizaje, una herramienta para reflexionar sobre el propio aprendizaje".

Evidentemente me han aportado mucha (y buena) información, pero tengo que confesar, aunque resulte un poco vergonzante, que tengo alma de pedagogo, así que he seguido investigando un poco más. En resumen, me he echado al monte con Google Académico para ver si encontraba algo de fundamento teórico sobre el que basar mis reflexiones. Y algo se encuentra, al menos casi siempre. En mi caso, el artículo que me ha permitido arrancar el método del "racimo de uvas" (ese que consiste en buscar las referencias más importantes en el fundamento teórico de un artículo para, a partir de ahí, ir profundizando sobre el tema apoyándote en esas referencias) ha sido uno de Prinsloo, Slade y Galpin en Open Learning el año 2011 [5].

En mi microinvestigación he descubierto que pueden existir diferentes tipos de diarios de aprendizaje. Por ejemplo Gray [2] distingue entre diarios reflexivos, logs y diarios a secas. Para este autor un "log" es un simple registro de acontecimientos, como una agenda que ayuda a recordar hechos; un diario, por otra parte, contendría narraciones de hechos, esperanzas, miedos, recuerdos, opiniones e ideas. Por último, los diarios reflexivos incluyen opiniones deliberadas e ideas de gestión. Para Varner y Peck [7] los diarios reflexivos "llevan a los alumnos a través de todos los niveles de la taxonomía de Bloom y son capaces de promover el pensamiento crítico". Sin duda, esta es la idea que subyace en los modelos de diario propuestos por Fernando Trujillo y Paco Montero.

Los diarios reflexivos serían, por tanto, fundamentales para el proceso de aprendizaje. Gray [2] reflexiona sobre la importancia de la reflexión (perdón, en este caso ha sido involuntario). En su opinión es el puente entre el aprendizaje y la experiencia, que incluye tanto la cognición como los sentimientos y nos ayuda a emanciparnos de nuestras asunciones limitantes. Nos ayuda a criticar nuestras ideas dadas por supuestas y nos hace receptivos a vías alternativas de razonar y comportarnos. La reflexión es, pues, mucho más que la comprensión.

La investigación pedagógica recoge múltiples beneficios del uso de diarios de como instrumentos para mejorar el aprendizaje de los alumnos, como recoge Park en su artículo [4]. Sin embargo, aunque algunos de los trabajos más antiguos (por ejemplo los de Yinger) están hechos con alumnos en edad escolar, la mayoría de los estudios se centran en universitarios o en la formación de profesionales (no sé si es momento para hablar de másters), lo que me plantea un primer reparo: la extrapolación a edades diferentes siempre es difícil, y más cuando se hace hacia abajo. 

En fin, Park afirma que las ventajas educativas del uso de los diarios se deben a que estos se centran más en el proceso del aprendizaje que en su resultado (me sigue dando un poco de repelús hablar del "producto" del aprendizaje, me parece mercantilista). Este autor recoge una tabla bastante extensa sobre los beneficios que diferentes investigadores encuentran al uso de los diarios. Evidentemente, no voy a reproducir aquí la tabla (esto tenía que ser breve, y ni estoy acercándome al tema de las preguntas), pero me ha gustado la idea que recogen de Carroll, después repetida por Lohman y Schwalbe: "los datos de los diarios informan al profesor de lo que está ocurriendo en la cabeza de los alumnos".

Pero no todo son ventajas, en ningún caso. Prinsloo et al. [5] recogen los problemas que pueden derivarse de un uso poco crítico de los diarios reflexivos, haciéndose eco de las críticas que, mucho antes, habían planteado Boud y Walker [1]:
  • Existe el riesgo de que la reflexión se vuelva autorreferencial, orientada hacia uno mismo y acrítica. En el mismo sentido Gray [2] plantea que los diarios pueden ser ampliamente descriptivos y no analíticos.
  • Las reflexiones vertidas en los diarios pueden no limitarse a la "zona de confort" del profesor. Una vez que se inicia el proceso reflexivo puede ocurrir que entre en terrenos incómodos tanto para el profesor como para los propios alumnos.
  • También puede suceder que las emociones pierdan importancia y que la reflexión se trate como un ejercicio intelectual, cuando no se trata solo de un proceso cognitivo: las emociones son un elemento central de todos los aprendizajes [1].
  • Finalmente, existe también un riesgo cuando se pide a los estudiantes que reflexionen "a demanda": las preguntas que pretenden servir de guía del proceso reflexivo pueden acabar convirtiéndose en una lista de verificación que los alumnos respondan mecánicamente, sin prestarles una atención profunda.
Y aquí es, por fin, cuando llegamos al tema que debería ocupar esta entrada del diario (pero se trata de una reflexión, ¿no?): las preguntas que se podrían plantear como guía del proceso. Y es que estoy de acuerdo con lo que afirman, una vez más, Boud y Walker [1]: el uso de los diarios de aprendizaje está en una tensión permanente entre proporcionar demasiada guía, transformándolo en el seguimiento de una receta, o demasiada poca, corriendo el riesgo de la pérdida de foco.

Yo sí que creo que es necesaria una cierta guía, posiblemente más cuanto menor es la edad de los alumnos, pero entonces se trata de evitar que las preguntas que invitan a la reflexión tengan una respuesta más o menos automática, de "seguir el manual". ¿Cómo conseguirlo? Ahí está lo difícil.

Dándole vueltas se me viene a la cabeza (a saber por qué) un programa de televisión que presentaba, hace muchos años, Rafaella Carrá. Creo que se llamaba ¡Hola Rafaella!. El caso es que tenía una sección en la que trataba de que un invitado se describiera a sí mismo haciéndole preguntas inesperadas, como "¿Y si fueras un color?" Pienso que esa puede ser la clave, proponer preguntas que, sin dejar de estar relacionadas con la reflexión personal, se salgan lo máximo posible de lo que permita dar una respuesta trillada.

También me parece que sería necesario ir cambiando las preguntas en cada actividad a lo largo del curso, de manera que se lleve al alumno hacia una reflexión concreta, que no pueda ir repitiendo de una entrada a otra.

En cuanto a los momentos en los que escribir en el diario, me parece adecuado que los alumnos hagan una reflexión previa, siguiendo un poco el modelo de "flipped classroom" para que se planteen la utilidad de lo que van a estudiar, luego que escriban durante la realización de la actividad y, por último, una reflexión final sobre lo que han aprendido (y lo que no han aprendido) a lo largo de la misma.

Bueno, toca mojarse con las preguntas. Ahí va mi propuesta de algunas de ellas (algunas contextualizadas para mi proyecto):

  • Antes de empezar: 
    • ¿Qué crees que no vas a aprender en este tema, aunque te gustaría hacerlo?
    • ¿Por qué crees que no lo vas a aprender?
  • Durante el desarrollo de la actividad:
    • ¿Qué te está sorprendiendo de lo que aprendes?
    • A la hora de comer, ¿recuerdas la actividad que estás realizando?
    • ¿Qué tendrías que hacer para aprender mejor?
    • ¿Qué dudas no estás planteando en clase? ¿Por qué?
    • Hazte una pregunta sobre lo que estás estudiando
  • Despúes de la actividad:
    • ¿Has aprendido algo que no esperabas?
    • ¿Qué contarías en casa de lo que has aprendido?
    • ¿Qué crees que recordarás de lo que has aprendido dentro de dos años?
    • ¿Has visto algo en la tele que esté relacionado con la actividad? ¿Qué te ha hecho pensar?
    • Después de la actividad, ¿vas a cambiar algo en tu forma de comer?



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Referencias:
[1] Boud, D. & Walker, D. (1998) Promoting reflection in professional courses: the challenges of context. Studies in Higher Education, 23(2): 191–206.

[2] Gray, D. E. (2007). Facilitating management learning: Developing critical reflection through reflective tools. Management learning, 38(5), 495-517.
[3] Montero, F.: Los diarios de aprendizaje, una herramienta para reflexionar sobre el propio aprendizaje (consultado en línea).

[4] Park, C. (2003). Engaging students in the learning process: The learning journal. Journal of Geography in Higher Education, 27(2), 183-199.

[5] Prinsloo, P., Slade, S., & Galpin, F. (2011). A phenomenographic analysis of student reflections in online learning diaries. Open Learning, 26(1), 27-38.

[6] Trujillo, F.: Diario de aprendizaje, rúbricas y portafolios (consultado en línea).

[7] Varner, D., & Peck, S. R. (2003). Learning from learning journals: The benefits and challenges of using learning journal assignments. Journal of management education, 27(1), 52-77.

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