martes, 3 de abril de 2018

¿Gobierno abierto en un centro educativo?

Fuente: Wikimedia Commons, CC0
La siguiente tarea de mi curso sobre Gobierno Abierto me pide que elabore un plan de mejora para mi centro siguiendo la lógica del gobierno abierto. ¿Es posible? No lo sé, pero voy a intentar reflexionar sobre ello.

Los conceptos clave en los que se apoya la idea del gobierno abierto son, en primer lugar, la existencia de datos abiertos. Para que esto sea posible parece necesario adoptar dos acciones previas: en primer lugar, tratar de desarrollar un cambio cultural en la organización, para convencer a la comunidad educativa, en particular a los profesores, de que la rendición de cuentas no es una caza de brujas, sino un potente estímulo para la mejora permanente del sistema y de la consideración que la sociedad tiene de los trabajadores públicos.

Fuente: Wikimedia Commons, CC-A
La segunda acción a emprender es el establecimiento de la política de transparencia como uno de los elementos identificativos del centro, es decir, su inclusión dentro de los proyectos institucionales del centro, en particular en su proyecto educativo.

Una vez decidida la transparencia como estrategia su implementación es relativamente sencilla: basta con publicar los datos en el portal del centro, transformándolo así en un portal de transparencia.

Ahora bien, queda la cuestión espinosa de qué datos publicar.
 El primer contenido de un portal de transparencia en un centro educativo deberían ser sus proyectos institucionales, los documentos que establecen sus principios de identidad y los criterios pedagógicos por los que se rige.

Desde luego, uno de los elementos de control social sobre las entidades públicas es su economía. Entiendo que no sería ningún problema, desde el punto de vista legal, hacer públicos los datos económicos: el presupuesto y la cuenta de gestión del centro.

Otro de los aspectos que podrían incluirse son los datos acerca de los proyectos, programas y actividades en los que participa el centro. Este es un aspecto aún menos problemático, porque casi todos los centros incluyen esta información como parte de su política de difusión pública y de inserción en su comunidad educativa.

Probablemente llegamos a aspectos más espinosos cuando hablamos de los elementos que forman parte de los procesos de enseñanza y aprendizaje. Muchos centros publican ya en su web sus programaciones didácticas, incluyendo los criterios de evaluación y calificación. Parece conveniente que, efectivamente, esos datos sean conocidos.

Pero, evidentemente, el aspecto que más interés puede despertar en la comunidad educativa a la hora de acceder a datos abiertos en un centro educativo es conocer sus resultados académicos sin afectar a la intimidad de los alumnos. Una forma de hacerlo sería utilizar un sistema homologado de indicadores, similar al que se utiliza, por ejemplo, en Andalucía.

Finalmente, también sería adecuado publicar las estadísticas relacionadas con la situación de la convivencia en el centro educativo.

Fuente: Wikimedia Commons CC-SA
El segundo elemento necesario para el gobierno abierto es la interoperabilidad de los datos abiertos. Este es un buen argumento para publicar los datos en forma de un sistema de indicadores más o menos común a todos los centros educativos, en vez de hacerlo de forma independiente.

Mantener el sistema de indicadores con un formato abierto, como una hoja de cálculo, puede permitir comparar los datos del centro con los de otros, pero también consigo mismo, analizando la variación de tales indicadores de un año a otro y, por lo tanto, la evolución del propio centro.

Fuente: Pixabay, dominio público
El tercer elemento de un gobierno abierto es la colaboración. En el caso de un centro educativo se puede canalizar a través de un adecuado sistema de evaluación del propio centro, dirigido a la comunidad educativa, siempre y cuando los resultados de dicho proceso se trasladen luego a la actividad del centro.

También deberían tener carácter colaborativo los procesos de renovación del proyecto educativo del centro, al menos teniendo en cuenta las opiniones y expectativas expresadas por los miembros de la comunidad en los procesos de recogida de información y evaluación recién citados.

Fuente: Marcos Gasparutti, CC BY-SA
Finalmente quedan los procesos de co-producción y de innovación pública. Este tipo de actividades pueden implementarse en un centro educativo si abre sus puertas a la participación de los miembros de su comunidad y de su entorno. La teoría organizacional ya describe este tipo de estrategias, cuando habla de centros que siguen un modelo de desarrollo organizacional de centros educativos basado en la comunidad (DOCE-BC1). Algunos de los modelos de DOCE-BC que pueden permitir, además, la co-producción y la innovación pública serían:
  • Los padres como socios, que tiene como objetivo fundamental la formación conjunta de padres y profesores para el trabajo colaborativo.
  • Modelo de interagencias, en el que el centro se abre a la participación de instituciones y asociaciones de la comunidad.
  • Modelo "adopta una escuela", en el que el centro se abre a colaborar con empresas para establecer relaciones directas entre sus alumnos y el mundo del trabajo.
  • Modelo "puente intergeneracional", en el que se invita a la participación en las actividades del centro de personas de la tercera edad, o a mujeres de diferentes ámbitos para que establezcan, específicamente, puentes con las alumnas del centro y les apoyen en su integración social.
  • Modelo de voluntariado inespecífico, en el que el centro determina una serie de tareas escolares que pueden ser realizadas por adultos ajenos al centro.
  • Foros para la educación: se establecen foros abiertos a la participación mediante conferencias, reuniones y debates. En ocasiones puede servir también para conseguir fondos para mejorar la educación.


Las imágenes utilizadas en esta entrada han sido obtenidas bajo licencia que permite su reutilización.
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1Cerrillo, Quintina Martín-Moreno. Desarrollo organizativo de los centros educativos basado en la comunidad. Sanz y Torres, 1996.

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